La multiplicidad de la perfección
Sensaciones de fin de semana.
Valle Bravo:
Es un lugar... lo primero que me sale es INCREIBLE.
Su mayor atractivo está en una laguna gigante rodeada por cerros de todos los colores y una paz que se siente abundante.
Nos instalamos en una casa soñada, arriba de un cerro, con vista privilegiada al paisaje.
El primer contacto con el placer, fue el desayuno, con la cara a la laguna y el sol que se instalaba en el alma.
Conocí a Eva, la cocinera de la casa, amable, divertida, muyyy sarcástica, que me llenó la panza de cosas demasiado ricas.
Un velero, una persona:
Mucha agua, mucho viento, mucha adrenalina.
Fue la primera vez que "veleé" (como le dicen acá, del verbo velear) y fue espectacular.
El dueño del barco era Agustín, un Sr. de edad avanzada pero incalculable, cineasta, publicista, navegante de aguas variadas, amante de devorarse la vida, que conoció a Borges. Tuvimos atracción mutua, instantánea. (obvio atracción de personas. aclaro para los mal pensados)
La compañía:
Fue la justa. Lugar amplio y varias personas, pero cada uno con su espacio, casi sin conocernos, pero sin esa tendencia a "caigámonos súper bien y hagamos todo juntos", con los momentos perfectos de soledad y compañía: Tiempo para leer, pensar, caminar. Tiempo para interactuar.
El Deporte:
Una lancha por demás muy cool, otra vez viento, sol, velocidad ...
Weak board!!! ufff! golpes divertidos en el agua, adrenalina, excitación ... sonrisa de oreja a oreja.
No se si hay mucho que agregar en palabras, tengo la postal mental de Valle Bravo: el lago y la paz absoluta.
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Lunes. Me reencuentro con la ciudad. Recuerdo el último pendiente que dejé el viernes. Voy entrando al trabajo, siento pasos por detrás, un ruido extraño.. como jjjjjjjjjjjjshhhhh pushhhh! asqueroso:
un escupitajo.
Welcome to the City ... así funciona, no? el placer está en el contraste
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